jueves, 17 de abril de 2008

MUERE EL PADRE DEL EFECTO MARIPOSA

El matemático y meteorólogo estadounidense Edgard Lorenz murió ayer a los 90 años en su residencia de Cambridge (Massachusetts), tras una vida dedicada a la docencia y la investigación.

El accidente que lo inmortalizó

El 1963 Lorenz quizo mediante unas cuantas ecuaciones predecir el tiempo atmosférico con exactitud. Así que definió algunas funciones en su primitiva computadora del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) para ver qué ocurría. Luego para simplificar el resultado de una operación, le quitó tres decimales y obtuvo dos previsiones meteorológicas totalmente opuestas. Ese accidente marcaría el comienzo de una revolución en las ciencias similar a las que ya habían protagonizado Albert Einstein y Max Planck con la relatividad y la física cuántica.

A este proceso en el que pequeños cambios en una posición inicial pueden tener enormes consecuencias en sistemas complejos le denominó efecto mariposa. En 1972, presentó un estudio titulado: ¿Puede el aleteo de las alas de una mariposa en Brasil provocar un tornado en Texas?. Además lo analizo para la biología y la física, mostrando que las repercusiones escapaban del mundo de las matemáticas. Sus conclusiones, resumidas en la Teoría del Caos, hicieron que la comunidad científica se convenciera de que era imposible pronosticar el estado del tiempo más allá de dos o tres semanas con cierto grado de precisión.

El meteorólogo profesional

Nacido en 1917 en Connecticut, se licenció en matemáticas en la Universidad de Harvard y en el Colegio Dartmouth en 1938 para graduarse como meteorólogo del MIT en 1943. Luego de ser miembro del personal del Departamento de Meteorología del MIT entre 1948 y 1955, fue designado profesor y después director del departamento hasta 1981.

Durante su vida profesional recibió innumerables galardones por su trabajo científico, entre ellos, el Premio Crafoord que otorga la Academia Real de Ciencias de Suecia creado en reconocimiento de labores científicas no incluidas en los Premios Nobel. En 1991, recibió el Premio Kioto para las ciencias planetarias y de la Tierra.

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