La blogosfera desde hace unos años se ha convertido en terreno fértil para el spam. Los practicantes del correo masivo con fines publicitarios y fraudulentos han encontrado la forma de introducirse en el mundo de la publicación personal.
Técnicamente son blogs con contenido tomado de otros o sin contenido, que ofrecen gran cantidad de enlaces a webs afiliadas a programas de anuncios. Su objetivo es claro, aumentar el número de impresiones de los anuncios y por tanto el dinero que reciben.
Los servicios de Wordpress y Blogger han sufrido esta epidemia. El cofundador de la plataforma Wordpress, Matt Mullenweg, reconoció recientemente en una conferencia que debieron borrar más de 800.000 splogs. La cifra es escalofriante si se toma en cuenta que el número de blogs legales es de 2.5 millones. En pocas palabras, estaríamos frente a un 25% de splogs sólo en Wordpress. Peor le fue al servicio Blogger de Google, donde se calcula que tres de cada cinco blogs son en realidad splogs.
A pesar de todo se han creado defensas para contrarrestar esta plaga. La intención es ofrecer una lista a los responsables de los buscadores para que puedan excluir estos sitios de los resultados de búsqueda. Splog Reporter y SplogSpot fueron los primeros en aparecer. También existe un plugin para WordPress que agrega automáticamente información sobre el copyright a los artículos publicados. Blogger por su parte ha implementado un sistema que permite detectar splogs y obliga a sus autores a superar un típico test para diferenciar a máquinas y humanos.
Esta nueva modalidad de spam que parece tan inofensivo deteriora la salud de la blogosfera. Porque además de desperdiciar espacio en los discos duros y ancho de banda, contamina los resultados de los buscadores y termina perjudicando tanto al autor como al usuario.
Damián Genes
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