lunes, 7 de abril de 2008

MALVINAS Y EL IMPULSO AL ROCK ARGENTINO

El miércoles pasado se cumplieron 26 años del desembarco argentino en Las Malvinas. La guerra generó un fuerte sentimiento nacionalista en la sociedad argentina y la censura a la música en inglés permitió que el rock local ganara espacio en los medios. Lejos de dejarse manipular por la dictadura, los artistas argentinos se armaron de inteligencia y punzantes letras para combatir la fiebre belicista.

Sonriendo, despidió a su Madre, iba al sur del Atlántico, el Reino lo ordenaba, es que unos "salvajes" osaron molestar al orden imperial... y pagarán. (...) Pero Madre ¿qué está pasando acá? Son iguales a mí y aman este lugar, Tan lejos de casa que ni el nombre recuerdo ¿por qué estoy luchando? ¿Por qué estoy matando?- (Reina Madre, Raul Porchetto)

El 2 de abril de 1982 las tropas argentinas, alrededor de 5000 efectivos, tomaban el control de la isla. Tres días antes, el patético Leopoldo Fortunato Galtieri arengaba a las masas en Plaza de Mayo. El 14 de junio de este mismo año, los británicos contraatacan y recuperan el control del archipiélago, la ocupación argentina duró 72 días.

La guerra fue otra imprudencia de la Junta Militar en su afán por despertar el sentimiento patriótico que disimulara la crisis económica y las violaciones de los derechos humanos. El costo humano fue de 649 muertos en el bando argentino y 272 en el británico; los heridos se contaron por miles. En el lejano cementerio de Darwin, algunas tumbas sin identificar rezan la leyenda "Soldado argentino, solo conocido por Dios". Malvinas sigue siendo para el pueblo argentino una dolorosa herida abierta.

Suele decirse que esta guerra oficializó el rock argentino. A partir del furor nacionalista y la prohibición de la música en inglés, los artistas locales (el enemigo interno de otras épocas) obtuvieron espacios que antes les negaban. Como contrapartida a la guerra, el momento musical era muy prospero. Nacían las bandas que harían historia y los grandes estaban en su mejor momento.

Seru Girán atravesaba su momento final por la partida de Pedro Aznar a EE.UU. Santaolalla editaba un disco homónimo acompañado de Alejandro Lerner en teclados y Ruben Rada en congas. Desde 1979 existía Virus, la primera banda argentina de new wave. Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota no eran ni por asomo los del pogo más grande del mundo en River. Miguel Abuelo volvía de Europa y convocaba al joven Andrés Calamaro para reformar Los Abuelos de la Nada. Moris volvía de su exilio en España. También se daba el regreso de Almendra y Manal. Miguel Mateos, con Zas, teloneaba a Queen en su paso por Buenos Aires en 1981. En el metal, Pappo fundaba Riff y acompañaba los primeros pasos de V8. Las diferentes generaciones convivían; Vox Dei resistía el paso del tiempo y tres jóvenes aficionados al post punk formaban una banda llamada Soda Stereo.

Las canciones reflejaban los tiempos que tocaba vivir. Leon Gieco compuso el monumental alegato pacifista “Solo le pido a Dios”. Pedro y Pablo dedicaron a Margareth Tatcher "Señora violencia e hijos". Charly García irónicamente rogaba que no bombardearan Buenos Aires. Victor Heredia entregaba “Aquellos soldaditos de plomo” e “Informe de la situación”. “Reina Madre”, de Raul Porchetto, mostraba la guerra desde la perspectiva de un soldado inglés que relataba a la reina sus experiencias en el frente. De la mano de Juan Carlos Baglietto llegaba la Trova Rosarina, entre ellos estaban Fito Páez, Rubén Goldín, Silvina Garré, Jorge Fandermole y Adrián Abonizio. El punk argentino nacía de la mejor manera con Los Violadores en 1980. El caso de Sumo fue excepcional. Luca cantaba en inglés y por ello tuvieron muchas dificultades para poder tocar. Para peor, la baterista Stephanie Nuttal era inglesa y ante la inminencia del conflicto abandonó el país temiendo represalias.

Un momento crucial para el rock argentino se vivió el 16 de mayo del 82 durante el transcurso de la guerra. Ese día se realizó el Festival de la Solidaridad Latinoamericana con el fin de apoyar a las tropas argentinas. La admisión era mediante la donación de frazadas, alimentos, ropa, cigarrillos o medicamentos para enviar a los soldados. Los responsables de la organización no esperaban contar con un público de 60.000 personas y solo se designaron dieciocho policías como seguridad del festival, sin embargo todo transcurrió en perfecta normalidad.


El espectáculo, producido por Oscar López, Daniel Grinbank y Pity Irruñigarro, fue trasmitido a través de Radio Del Plata y Rivadavia, también por televisión. En principio algunos músicos se mostraron reacios a participar por temor a ser asociados con la Junta Militar. Finalmente el cartel del festival contó con los nombres más reconocidos del momento. Estaban León Gieco, Charly García, Luis Alberto Spinetta, Nito Mestre, Litto Nebbia, David Lebón, Dulces 16 (con Pappo invitado) y Ruben Rada. Sobre la actuación del oriental reseñó la revista Pelo: “El ritmo y las armonías rioplatenses de su música despertaron la inmediata adhesión del público que, además aprovechó la oportunidad para testimoniar su afecto y solidaridad a un músico uruguayo”

Pese a que los militares intentaron utilizar el festival como una herramienta de propaganda, tanto el público como los artistas fueron en todo momento claros con el espíritu del encuentro: manifestarse a favor de la paz y apoyar a los jóvenes enviados a pelear. Raul Porchetto dijo “Nosotros no estábamos de acuerdo con la guerra y creo que pudimos desbaratar la estrategia montada alrededor, porque nadie avaló el clima bélico y todos hablamos de la paz”. Antes de subir al escenario, Porchetto fue amenazado por un general “me dijo que ni se me ocurriera cantar ‘Algo de paz’. Una vez en el escenario se lo dije a los otros músicos y todos decidimos hacer la canción juntos". Ese tema, junto a "Rasguña las piedras" y "Solo le pido a Dios" fueron los momentos más emotivos que se vivieron aquel día en la cancha de Obras. Charly García justificó su presencia a pesar de que no le causaba gracia estar en ese lugar, “los pibes que estaban peleando eran reales y bien podría haber sido uno mismo. Estar en ese festival era una forma de hacerles el aguante a ellos y no a los milicos. Había que estar” dijo.

Cuando la guerra acabó, se conoció la triste noticia de que las donaciones nunca llegaron a manos de los soldados apostados en el sur. Esto provocó que muchos acusaran a los artistas participantes de colaboracionistas de la dictadura. “El gesto de ir a tocar, hablo por mí y por los que conozco, no estuvo asociado a un gesto de patrioterismo barato o de oportunismo. Lo hicimos de buena fe, porque el baile estaba en su auge, y cuando suceden cosas como una guerra hay que bailar” se encargó de aclarar Charly.

Este momento histórico demostró que cuando un artista popular es capaz de leer la realidad que lo rodea y actuar en consecuencia, es cuando logra trascender. Las canciones inspiradas en la Guerra de Malvinas son verdaderos documentos históricos y ejemplos, tan sencillos como geniales, de cómo el arte puede influir de manera positiva en la toma de conciencia. Volver sobre esos temas es un ejercicio saludable para entender que el rock puede ser algo más que la pose estudiada de la estrella de turno en el canal musical de moda.

Luis de Avila

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